¿Prefieres tu coche con o sin centralita ecu?
Hay que ver cómo cambian los tiempos y cómo evoluciona la vida –sobre todo- en materia de tecnología.
Pienses en el campo que pienses, te das cuenta de que nada es como era y que cada vez dependemos más de las máquinas y de lo tecnológico, empezando por la informática e internet.
Cuando era un niño, por ejemplo, recuerdo perfectamente que los coches eran unos trastos muy sencillos, a los que les echabas gasolina, un poco de aceite y agua en el motor de vez en cuando y poco más. Por supuesto, tenían averías.
Quizá menos que ahora, pero entonces, un técnico de manos negras abría el capot, miraba, arreglaba, reponía, rellenaba y listo.
En los últimos años, nuestros coches se han vuelto bastante más complejos.
Reconozco que a mí me encanta, porque hacen casi de todo. Nosotros nos limitamos a conducir y la máquina se ocupa de avisarnos de infinidad de cosas y de que todo funcione.
Hace un año no tuve más remedio que vender mi viejo coche de más de veinte años (heredado de mi padre), al que le tenía profundo cariño.
Funcionaba aún sorprendentemente bien, pero al nacer mi tercer hijo, al fin admití que el coche se me quedaba pequeño y necesitaba algo más grande para viajar con la familia.
Recuerdo que el primer día que me senté ante el volante, me quedé fascinado con tantas funciones extrañas, lucecitas y vocecitas. Porque mi coche, me habla. No sé si el vuestro lo hace también.
Es muy raro los primeros meses. Ya me he acostumbrado.
Casi desde el principio de tenerlo, una luz con un símbolo extraño parpadeaba en mi salpicadero, así que lo llevé al taller del barrio, que dirige mi amigo Pepe. Pepe lo miró y remiró y no encontró ningún problema. Sólo me dijo que eso tenía que ser de la centralita.
Fue entonces cuando empecé a investigar qué era eso de las centralistas de las que tanto hablaban los mecánicos de automóvil y la gente en general.
Centralita electrónica o unidad de control electrónico (ECU-que viene del ingles electronic control unit), para ser más exactos.
No, para los que os consideráis clásicos o chapados a la antigua como yo, debéis saber que la centralita no es una oficina con una señorita simpática que atiende llamadas. Eso ya pasó a la historia.
Esas centralitas ECU que todos tenemos ahora en nuestros nuevos coches son como pequeños cerebritos que controlan distintos sistemas del vehículo (lo de pequeños cerebritos es una expresión de mi hijo mayor Pablo, que con doce años tiene estas cosas mucho más claras que yo).
Los cerebritos están conectados a sensores que le proporciona información y responden según proceda y gracias a un programa informático, pueden tomar la decisión correcta.
Hay centralitas de motor, de transmisión, telefónica, airbag, asientos, puertas, climatizador, ABS, etc…
O sea, que nuestros coches están llenos de pequeños cerebritos que prácticamente piensan y actúan por nosotros.
Y claro, antes los coches no tenían problemas electrónicos, porque carecían de esos sistemas, pero ahora lo más normal es que se averíen antes o después por ese lado.
Mi centralita Hyundai al final, y por suerte, resultó no tener ningún problema y la lucecita que se encendía, dejó de hacerlo después de que un técnico la reiniciara.
Y del cambio que han experimentado los sistemas de llaves y tarjetas de apertura y arranque de los coches modernos, mejor ni hablar… Es otro mundo y yo aún me mareo cuando me hablan de eso, acostumbrado como estaba a mi llave de toda la vida de mi antiguo coche prehistórico.
Ahora estos sistemas van todos automatizados y hacerles copias es muy diferente a como se hacían antes.
Actualmente hablamos de chips, códigos identificativos y tecnología láser.
Mi hijo mediano Luís, el otro día, jugando, tiró el mando de mi coche por el WC… así que tuve que pedir un duplicado. Fue entonces cuando me enteré cómo funcionaban y de qué forma se solucionan estos problemas.
No tengo ninguna queja de mi coche nuevo, la verdad, pero soy un clásico, y aún añoro me viejo cuatro latas, que en paz descanse.
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