
Aprendí mucho, todo hay que decirlo, pero la gota que colmó el vaso fue aquel día que una pareja me encargó su divorcio y al final el cura que los había casado acabó llamándome y hablándome de Dios y del santo sacramento del matrimonio, para convencerme de que debía mediarlos y reconciliarlos… ¿Yo? Pero oiga, que soy abogada y no un árbitro. En fin. En este preciso instante, estoy planteándome muy seriamente ser mecánica de automóvil. Sí. Aprender a reparar coches, saber cambiar el aceite, filtros, una rueda… Y estaréis diciendo que para eso no hace falta ser mecánico y que todo es ponerse. Ya ya.
Pero yo cuando abro el capot de mi vehículo y veo el motor, me dan ganas de llorar, porque me parece tan difícil e inescrutable toda esa maquinaria, que es como si me dieran una sierra y me dijeran que cortara el cráneo de mi amigo Antonio y le examinara los sesos… Uy qué va, yo los coches aparte de conducirlos, poco más. ¿Y a qué viene toda esa reflexión a estas horas de la madrugada? Pues porque aquí me tenéis. Tirada en medio de una carretera secundaria, a las tres de la madrugada, después de una fiesta en casa de mi amiga Marta. He salido de allí hace media hora y de pronto mi coche se ha parado. El motor ha dejado de funcionar sin más cuando estaba en marcha y no hay forma de volver a arrancarlo. He llamado al servicio técnico y me han dicho que enviarán una grúa, pero como esta carretera está bastante retirada de todas las poblaciones, pues tardarán cuarenta minutos o una hora en llegar.
Menos mal que llevaba encima mi tablet con conexión a internet, y mientras llegan me he puesto a navegar por internet y a contaros en vivo y en directo mi aventura nocturna. Lo peor de todo es que a lo lejos empiezo a ver rayo y se escuchan unos truenos terribles… Seguro que al final también caerá el diluvio universal 2ª parte… Y es justo en estos momentos cuando pienso qué bien me vendría ser mecánica de coches y no abogada. Se yo supiera algo de eso de reparar el coche, ya habría abierto el motor y encontrado el problema. Y ahora ya estaría solucionado y yo durmiendo en mi cama calentita en casa. Porque claro, lo más probable es que la avería sea una tontería y se arregle en cuestión de minutos.
¿Y cómo voy a saberlo yo? Si me preguntáis qué dice el artículo mil ciento veinticuatro del Código Civil, os lo digo ahora mismo y os explico qué significa. Incluso os recito de memoria la Constitución Epañola… Pero un motor de coche para mí es un misterio. Ya están empezando a caer unos goterones tremendos en el parabrisas… Lo que faltaba. Voy a buscar en internet cómo se puede arreglar el coche, por entretenerme, vamos, porque no me a servir para otra cosa. Deseadme suerte.
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